él es mi amante y mi amado,
pues de puro enamorado
de continuo anda amarillo.
Que pues doblón o sencillo
hace todo cuanto quiero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Nace en las Indias honrado,
donde el mundo le acompaña;
viene a morir en España,
y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
es hermoso, aunque sea fiero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Es galán, y es como un oro:
tiene quebrado el color;
persona de gran valor,
tan cristiano como moro;
que pues da y quita el decoro
y quebranta cualquier fuero,
poderoso caballero
es don dinero.
Son sus padres principales,
y es de nobles descendiente,
porque en las venas de Oriente
todas las sangres son reales.
Y pues es quien hace iguales
al duque y al ganadero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Por importar en los tratos
y dar tan buenos consejos
en las casas de los viejos
gatos le guardan de gatos;
y, pues él rompe recatos
y ablanda al juez más severo,
poderoso caballero
es don dinero.
Nunca vi damas ingratas
a su gusto y afición,
que a las caras de un doblón
hacen sus caras baratas;
y pues hace las bravatas
desde una bolsa de cuero,
poderoso caballero
es don dinero.
(Madrid, 1580 - Villanueva de los Infantes, España, 1645) Escritor español. Los padres de Francisco de Quevedo desempeñaban altos cargos en la corte, por lo que desde su infancia estuvo en contacto con el ambiente político y cortesano. Estudió en el colegio imperial de los jesuitas, y, posteriormente, en las Universidades de Alcalá de Henares y de Valladolid, ciudad ésta donde adquirió su fama de gran poeta y se hizo famosa su rivalidad con Góngora.
Siguiendo
a la corte, en 1606 se instaló en Madrid, donde continuó los estudios
de teología e inició su relación con el duque de Osuna, a quien
Francisco de Quevedo dedicó sus traducciones de Anacreonte, autor hasta
entonces nunca vertido al español.
En 1613 Quevedo
acompañó al duque a Sicilia como secretario de Estado, y participó como
agente secreto en peligrosas intrigas diplomáticas entre las repúblicas
italianas. De regreso en España, en 1616 recibió el hábito de caballero
de la Orden de Santiago. Acusado, parece que falsamente, de haber
participado en la conjuración de Venecia, sufrió una circunstancial
caída en desgracia, a la par, y como consecuencia, de la caída del
duque de Osuna (1620); detenido fue condenado a la pena de destierro en
su posesión de Torre de Juan Abad (Ciudad Real)
Sin
embargo, pronto recobró la confianza real, con la ascensión al poder
del conde-duque de Olivares, quien se convirtió en su protector y le
distinguió con el título honorífico de secretario real. Pese a ello,
Quevedo volvió a poner en peligro su estatus político al mantener su
oposición a la elección de santa Teresa como patrona de España en favor
de Santiago Apóstol, a pesar de las recomendaciones del conde-duque de
Olivares de que no se manifestara, lo cual le valió, en 1628, un nuevo
destierro, esta vez en el convento de San Marcos de León.
Pero
no tardó en volver a la corte y continuar con su actividad política,
con vistas a la cual se casó, en 1634, con Esperanza de Mendoza, una
viuda que era del agrado de la esposa de Olivares y de quien se separó
poco tiempo después. Problemas de corrupción en el entorno del
conde-duque provocaron que éste empezara a desconfiar de Quevedo, y en
1639, bajo oscuras acusaciones, fue encarcelado en el convento de San
Marcos, donde permaneció, en una minúscula celda, hasta 1643. Cuando
salió en libertad, ya con la salud muy quebrantada, se retiró
definitivamente a Torre de Juan Abad
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